LAS DIFICULTADES
Hernando Sequera
“NO HAY ÁRBOL QUE EL VIENTO NO HAYA SACUDIDO” Proverbio Hindú
¿Quién no ha vivido una dificultad en su vida? No alcanza el dinero para satisfacer las necesidades. La pareja te abandona. No se logra dominar una asignatura en particular. La relación con los hijos se problematiza cada vez más. No llega el empleo o el puesto anhelado. Se padecen (y comparten) enfermedades y minusvalías que pueden convertir en seres amargados a quienes las soportan. Vivir atados a lo que pudo haber sido y no fue. Mantenerse encadenado a las amarguras de pasado. Y así tantos, pequeños o grandes, aprietos o situaciones que nunca dejan de estar presentes en la existencia de hombre.
Nadie puede poner en duda que algunos son probados por la vida con más dureza que otros. Sin embargo, egoístamente, llegamos a creer de manera ferviente y categórica que nuestras dificultades son las mayores que ser humano pueda soportar. Pues medimos por nuestra experiencia de vida dichas dificultades. Para un obrero tener una deuda de 1000 monedas en la denominación que sea constituye una gran preocupación; para un adinerado eso será una minucia, una deuda con poco valor, pues la compara quizás con una deuda de 100 millones de monedas que él pueda tener. Ambas en su escala son grandes deudas y encontrar los medios lícitos para enfrentarla constituye una gran dificultad.
¿Quién no ha pensado en rendirse, en abatirse ante una dificultad? Abandonar es el verbo que acude con inmediatez a nuestro cerebro cuando las cosas se ponen difíciles. La historia de la humanidad esta llena de estos personajes. ¿Quién los recuerda? ¡NADIE! Por el contrario, a nuestra memoria acuden de inmediato los nombres de aquellos que supieron hacer frente a las dificultades que encontraron para alcanza sus objetivos. Moisés: criado como un aristócrata. Jesus de Nazareth, hijo de carpintero. Mahoma: analfabeta. Julio César: epiléptico. Beethoven: sordo. Simón Bolívar: huérfano, Walt Disney: lavador de autos. Mandela: preso político durante 27 años. Oscar Pistorius: corredor olímpico, sin piernas. Todos ellos y muchos más despiertan en nosotros admiración y respeto pues no se rindieron ante las circunstancias difíciles de las vida. Menos mal que no abandonaron.
Ahora, deténgase un momento, vea a su alrededor, piense y seguro va a notar que también hay personas de los dos tipos. Aquellos que se dejan vencer fácilmente por cualquier tropiezo u obstáculo y aquellos que constantemente le demuestran un coraje y una dignidad ejemplarizantes. Un amigo, un familiar, un vecino, usted mismo. Cada uno con historias que se pueden llegar a considerar dignas de ser contadas y compartidas con quienes creen que el mundo se acaba porque se les presenta un impedimento que consideran insalvable. Como afrontemos esos trances marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso personal de nuestras historias de vida.
Recuerda “el pesimista siempre ve la dificultad en cada oportunidad, el optimista ve la oportunidad en cada dificultad Winston Churchill
Sólo dejamos de existir cuando nos olvidan
Hernando Sequera